Seguramente mi alojamiento preferido del viaje. En el desierto de Wadi Rum hay muchas jaimas gestionadas por beduinos autóctonos que, a parte de ofrecerte alojamiento, te hacen el tour por el desierto. Nosotras tuvimos la suerte de que no había nadie más en nuestras jaimas (típicas tiendas del desierto) y pudimos disfrutar al máximo de la experiencia.
El Wadi Rum Green Dessert está gestionado por dos primos que adoran el desierto e intentan que tu lo vivas igual que ellos lo sienten. Nos cocinaron a su estilo, debajo de la arena, dejando la cocción a fuego lento durante más de 4 horas. Lo más delicioso que provamos en todo el viaje. Después de la cena estuvimos mirando las estrellas y los chicos nos estuvieron dando información sobre las constelaciones.
No era mi primera vez en unas jaimas (ya había dormido en el desierto de Merzouga en Marruecos) pero la experiencia fue mucho más íntima esta vez. Además, el campamento cuenta con baños y duchas calientes que utilizan energía solar y hacen que la experiencia sea de 10.